Había una un bosque encantado. Se decía que toda la gente que entraba en él, no salía más. Entonces, mis amigos y yo, decidimos investigar qué había desierto en esta historia y fuimos. Era un lugar terrorífico, oscuro y muy feo. El pantano estaba en el medio del bosque, nos acercamos allí y empezamos a escuchar muchos ruidos de sapos y grillos.
De repente el agua se movió. Uno de mis amigos empezó a llorar. Entonces, salió una mano negra muy grande. Todos gritamos muy asustados.
Una cara grande y fea salió también y nos dijo: - No lloren, no les haré daño. No soy malo, lo que pasa es que la gente huye de mí porque soy muy feo. Yo nunca le haría daño a nadie.
Los niños se callaron y lo miraron con mucha lástima. Entonces, decidieron darle vida a ese bosque y llamaron a toda la gente para ponerlo lindo. Lo iluminaron, lo llenaron de flores y le pusieron barandas todo alrededor del pantano. Así llenaron de vida y alegría ese feo lugar, dejando contento al señor de los pantanos.
De repente el agua se movió. Uno de mis amigos empezó a llorar. Entonces, salió una mano negra muy grande. Todos gritamos muy asustados.
Una cara grande y fea salió también y nos dijo: - No lloren, no les haré daño. No soy malo, lo que pasa es que la gente huye de mí porque soy muy feo. Yo nunca le haría daño a nadie.
Los niños se callaron y lo miraron con mucha lástima. Entonces, decidieron darle vida a ese bosque y llamaron a toda la gente para ponerlo lindo. Lo iluminaron, lo llenaron de flores y le pusieron barandas todo alrededor del pantano. Así llenaron de vida y alegría ese feo lugar, dejando contento al señor de los pantanos.
González, Brian Ezequiel
3ºB. T.T.
E.P. Nº 69
EL JAGUAR BLANCO
Una vez en la selva del Amazonas, se encontraba un jaguar. El jaguar se encontraba muy sólo y trataba de encontrar una compañera. Éste buscaba y buscaba pero no la encontraba. Un día estaba paseando en un manglar y quiso comer algo. Vio unos peces y comenzó a acecharlos. Se preparó para saltar y dio un brinco, pero otro jaguar había saltado y chocaron. El jaguar medio atontado miró hacia abajo y vio que los peces se habían ido. Luego miró al frente y vio una bella jaguar. Los dos jaguares se disculparon y se siguieron viendo en el mismo manglar, hasta que se enamoraron y se casaron.
La jaguar se embarazó y cuando se enteró su pareja, los dos se pusieron muy felices. Meses después, la jaguar había parido y su esposo fue a ver a su hijo. Pero cuando lo vio, notó que el cachorro era totalmente blanco, sin manchas, tenía la inteligencia de un águila y los ojos de una víbora, por eso sus padres lo llamaron Quetzal.
A medida que pasaba el tiempo, los padres de Quetzal notaban lo distinto que era su hijo a los demás jaguares. Los demás se burlaban de él y nadie se la acercaba para nada.
Un día, Quetzal le preguntó a su madre porqué le puso aquel nombre.
-Tu nombre es de un dios con cabeza de águila y cuerpo de víbora. Te llamamos Quetzal por tu inteligencia y tus ojos amarillos.
Desde entonces, Quetzal se sintió muy bien. No le importaba lo que dijeran los demás. Quetzal era más inteligente y astuto.
Pasó el tiempo y llegó la hora de irse de casa. Ya era hora de valerse por sí mismo, pero Quetzal no creía estar preparado para dejar a sus padres.
-Tú podrás. Ya eres maduro y puedes hacer lo que sea.
Quetzal comprendió y partió.
Mientras buscaba refugio en le medio de la selva, le pareció encontrar una especie de puma.
-¿Quién eres?
Preguntó Quetzal.
-Soy Isis. Una diosa egipcia. Soy una puma africana. Me atraparon unos cazadores y trajeron aquí para venderme, pero logré escapar.
Los dos pumas se enamoraron y se casaron. Tuvieron una puma blanca muy parecida a su madre a la que llamaron Ra. La familia vivió muy feliz para siempre.
La jaguar se embarazó y cuando se enteró su pareja, los dos se pusieron muy felices. Meses después, la jaguar había parido y su esposo fue a ver a su hijo. Pero cuando lo vio, notó que el cachorro era totalmente blanco, sin manchas, tenía la inteligencia de un águila y los ojos de una víbora, por eso sus padres lo llamaron Quetzal.
A medida que pasaba el tiempo, los padres de Quetzal notaban lo distinto que era su hijo a los demás jaguares. Los demás se burlaban de él y nadie se la acercaba para nada.
Un día, Quetzal le preguntó a su madre porqué le puso aquel nombre.
-Tu nombre es de un dios con cabeza de águila y cuerpo de víbora. Te llamamos Quetzal por tu inteligencia y tus ojos amarillos.
Desde entonces, Quetzal se sintió muy bien. No le importaba lo que dijeran los demás. Quetzal era más inteligente y astuto.
Pasó el tiempo y llegó la hora de irse de casa. Ya era hora de valerse por sí mismo, pero Quetzal no creía estar preparado para dejar a sus padres.
-Tú podrás. Ya eres maduro y puedes hacer lo que sea.
Quetzal comprendió y partió.
Mientras buscaba refugio en le medio de la selva, le pareció encontrar una especie de puma.
-¿Quién eres?
Preguntó Quetzal.
-Soy Isis. Una diosa egipcia. Soy una puma africana. Me atraparon unos cazadores y trajeron aquí para venderme, pero logré escapar.
Los dos pumas se enamoraron y se casaron. Tuvieron una puma blanca muy parecida a su madre a la que llamaron Ra. La familia vivió muy feliz para siempre.
Censori, Elízabeth
5ºA T.M.
E.P.Nº 69
ÉRASE UNA VEZ
Érase una vez, en el bello país de Grecia, un héroe llamado Perseo que tenía el poder mágico de las medusas: petrificar a todo humano y unidad mítica.
Cierto día, a la noche le toco enfrentarse a los colosos gigantes de hierro que se alimentaban de madera y oro. Pero para enfrentarse a semejantes bestias, por lo menos necesitaba una bendición de su dios, Hades. Perseo le rezó a su dios para obtener sus favores y que lo ayuden a mantener su ejército. El mismo fue formado por hóplitas, toxotes, peltastas, pódromos, hipérones, minotauros y centauros. Llegó la derrota de las bestias y Perseo nada más que con algunos toxotes regresó a su pueblo, pero mal herido. Hades por lo que había conseguido, lo recompensó y le cicatrizó el lugar donde un coloso le había clavado su espada, en el estómago.
Su gente, en recompensa, lo nombró líder y le entregó el concayado de Grecia.
Bedoyan, VivianaCierto día, a la noche le toco enfrentarse a los colosos gigantes de hierro que se alimentaban de madera y oro. Pero para enfrentarse a semejantes bestias, por lo menos necesitaba una bendición de su dios, Hades. Perseo le rezó a su dios para obtener sus favores y que lo ayuden a mantener su ejército. El mismo fue formado por hóplitas, toxotes, peltastas, pódromos, hipérones, minotauros y centauros. Llegó la derrota de las bestias y Perseo nada más que con algunos toxotes regresó a su pueblo, pero mal herido. Hades por lo que había conseguido, lo recompensó y le cicatrizó el lugar donde un coloso le había clavado su espada, en el estómago.
Su gente, en recompensa, lo nombró líder y le entregó el concayado de Grecia.
6º A T.M.
E.P. Nº 69
1 comentarios:
Excelente nivel y creatividad de una niña de 10 años, Revela una educacion e investigacion superlativa, mis felicitaciones a la escritora y a sus docentes
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