Son las palabras las que se entrelazan e iluminan haciendo realidad la creación de este blog del café literario de las escuelas primarias del distrito de Lanús.
Siempre dispuestos a los desafíos y teniendo en cuenta las “nuevas alfabetizaciones,” decidimos iniciar esta etapa asignándole la importancia que tiene la lectura y la escritura en el manejo de las TIC, para no quedar al margen de las transformaciones de la sociedad actual.

Que disfruten plenamente de esta edición.

Comisión Distrital
2.009

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Entrevista a la Sra. Ana María Casadamón -Inspectora Jefa Regional de Educación de Región 2

Continuación de la entrevista

Si desean escuchar más detalles de la entrevista mantenida con la Sra. inspectora Jefa Regional, Ana María Casadamón, presionen en el siguiente link donde podrán oir o bajar el archivo de audio:

http://entrevistaLanus.mypodcast.com

Café literario 2.010

Café Literario 2010 on PhotoPeach

21 de octubre de 2009

E.P. Nº 31

EL CURUPÍ

Yo nunca lo vi al curupí. Pero mi madrina sí que lo vio. Cuando era chica.
El curupí es feo, fortachón y petiso, medio enano y con los pies para atrás. Vive en el bosque, solo, caminando de acá para allá, porque él tiene un buen trabajo: cuidar a los árboles, para que nadie les haga daño.
Uno por uno les saca los bichitos que se comen las hojas o la madera...
Y que nadie le corte una rama a ningún árbol, de puro gracioso! El curupí se venga o se lo come de un sólo bocado.
Por eso las madres no dejan que sus hijos vayan solos al bosque, sobre todo a la hora de la siesta. Pero algunos se escapan, como pasó con mi madrina....
Cuando vio al curupí, casi se queda dura del susto. Ella estaba buscando leña, y una ramita acá, otra ramita allá, sin darse cuenta se internó en el bosque y, de pronto, apareció el curupí. Mi madrina se puso a llorar a gritos y luego empezó a correr y correr.
Cada vez que paraba para tomar aire... ¡Allí estaba el curupí, mirándola fijo!
Cayó la noche. Mi madrina estaba tan cansada que ya no le importó más el curupí. ¡Después de todo no le había hecho nada...! Así que se quedó quietita, quietita debajo de un árbol y se durmió.
Al despertar encontró a su lado un montón de leña y una canastita llena de fruta...
¿Qué era esto? ¡Un regalo del curupí, seguro! ¡Y ella que se había asustado tanto!
Muy contenta empezó a andar y con toda facilidad encontró el camino a su casa. Cada tanto le parecía escuchar una risita. ¡Pero no le hacía caso!
Cuando llegó al rancho, la mamá y los hermanitos salieron corriendo a recibirla.
-¿Qué le pasó mi hija? – lloraba la mamá. -¡Creía que ya no la veríamos más!
-Fue el curupí, mamá y mire lo que me regaló anoche cuando me perdí...
-¿Cómo anoche? ¡Hace más de dos meses que está perdida!
-¡Tanto tiempo! ¿Qué pasó?
¡El curupí la había hecho dormir varios meses en venganza!

Rocío Belén Todero
6º B – Turno Mañana
E.P. Nº 31

El HOMBRE POLLO CHANCHO

Un una noche de luna llena nació la criatura más extraña que ustedes puedan imaginar. Era un ser horroroso que tenía parte hombre, parte pollo… y parte chancho.
Los animales al verlo huyeron despavoridos, su madre al verlo se desmayó del susto, su padre lo crió oculto en una granja y nunca permitió que alguien lo viera.
Cuando era pequeño, un día se escapó y creó pánico en todo el pueblo. La gente comenzó a poner rejas en las puertas y ventanas de sus casas para protegerse. Cuando encontraban animales muertos en los campos culpaban al hombre pollo-chancho. Se decía que había crecido mucho, que tenía un hambre atroz y que se ocultaba de la gente, pero en las noches de luna llena salía a comer.
Un día atacó a Pedro. Dicen que de la impresión se quedó mudo para siempre.
El hombre pollo-chancho aún anda por ahí, asustando a la gente y a los animales.

Elías Bogado
5º A – Turno Mañana
E.P. Nº 31

LUCAS LENZ Y EL AMULETO MÁGICO

Nuestro querido, eufórico y justiciero investigador, Lucas Lenz, pasó a convertirse de un simple buscador de objetos perdidos a un reconocido y célebre detective en la zona de Tribunales. El Museo del Universo reabrió sus puertas gracias a su óptimo trabajo, ya que había recuperado más de cien mil ejemplares que habían sido robados.
Había pasado más de un año desde la última vez que Raval había solicitado sus servicios. Ese día, el teléfono de la oficina de Tribunales sonó y Mirna, ya convertida en la esposa y mano derecha de Lucas atendió. Era Raval quien solicitaba hablar con el detective, así que Lucas inmediatamente atendió: --“¡Hola, qué sorpresa señor Raval! Pensaba que nunca más volvería a escuchar su voz, aunque debo confesarle que en mi interior esperaba este espléndido llamado”, dijo Lenz. –“Lenz, viejo amigo, tengo un nuevo trabajo para ofrecerle, es un objeto muy valioso y preciado, digno para alojarse en el Museo junto a la excelente colección que ya tan distinguidamente usted recuperó. Se trata de un amuleto mágico, pero no deberíamos hablar esto por teléfono, lo espero en el Museo antes que oscurezca. Y recuerde, tiene que ser muy prudente, nadie tiene que saberlo”, dijo Raval.
Así, Lucas emprendió su viaje hacia las afueras de la ciudad. Apareció la ruta, la magnífica arboleda. Eran álamos, recordó. Por encima de su copa se veía un edificio que reconoció al instante, El Museo del Universo. Observó que estaba cambiado y más cuidado. Los escalones ya no estaban rotos ni crecía el pasto por entre sus grietas. Subió por la escalera de mármol y entró a la enorme sala que tenía baldosas blancas y negras con columnas delgadas que sostenían arcos. Todo estaba muy callado como siempre hasta que una voz muy conocida para él lo sorprendió. Era Raval.
Se saludaron e inmediatamente comenzaron a hablar sobre lo que tan impacientes los tenía. Entonces Raval comenzó a contarle la siguiente historia: “El amuleto mágico que estoy buscando perteneció a los Calcu. El Calcu se caracteriza por ser una persona que se dice utilizaría un poder espiritual para dedicarse principalmente a hacer el daño al prójimo; por ello es combatido por las Machis. Un Calcu desarrolla un sentido de poder muy similar al del chamán. Él o ella también tiene pewma (sueños) o perimontun (visiones); pero su principal característica sería que heredaría un espíritu que anteriormente le entregaba poder a un ancestro que también fue Calcu. Debido a la naturaleza espiritual del Machi y el Calcu, los españoles tardaron en hacer una distinción clara del significado de ambos, y entender la diferencia entre ellos; además como consecuencia de ello, los Calcu serían asociados equívocamente con la brujería. Fue así como posteriormente también se utilizaría la palabra Calcu como término para referirse igualmente a una bruja y a toda persona relacionada con la magia negra, los demonios y el diablo. El calcu (mal) en los mapuches es capaz de provocar las enfermedades y la muerte y es alimentada por la envidia y otros sentimientos dañinos de los hombres.” Usted debe encontrarlo, es una pieza fundamental para el Museo, seríamos famosos nuevamente, dijo Raval.
Lucas, que había escuchado atentamente el relato preguntó: “¿Tiene alguna pista o indicio para comenzar a descifrar este enigma?
Raval encendió un cigarrillo y le explicó que luego de la conquista española, se supo que un amuleto fue a parar a manos de una familia adinerada que lo conservó hasta que uno de sus herederos intentó deshacerse de él en una subasta. Fue en ese momento que le llegó la información a Raval, ya que la subasta había sido unos pocos días atrás en esa misma ciudad. También averiguó que esta persona la remataba a cualquier precio, sólo quería despojarse de ese amuleto porque pensaba que había traído desgracia, sufrimiento y maldición a su familia.
Inmediatamente, Lenz se despidió. Parecía satisfecho con la información recibida. Sólo dijo: “Muy bien Señor Raval, en cualquier momento tendrá noticias mías”, y se marchó.
Lenz llegó excitado a su casa y muy ansioso por contarle a Mirna. Ella también se contagió ese entusiasmo y recordó que su madre solía contarle historias sobre esos pueblos originarios. Sacó un libro de la biblioteca y comenzó a leer: “Calcu o Kalcu era la persona que practicaba el mal. Merodeaban los cementerios para aprovecharse del fantasma de la muerte reciente. Acostumbraban usar amuletos llamados “contras” como instrumentos para detener la magia negra. Muchos soldados tuvieron muertes trágicas por violar santuarios sagrados cayendo sobre ellos la maldición del Chenque”.
“Estos datos son muy importantes y se asemejan a lo que me contó Raval. Empezaré buscando en todas las subastas de la zona”, dijo Lenz y se despidió de Mirna.
Recorrió todas las subastas de Buenos Aires hasta que dio con una pista que parecía ser bastante verosímil e importante para su caso. El dueño de una subasta le contó que un hombre muy rico, coleccionista de objetos antiguos, se había llevado un curioso amuleto por muy poco dinero, por lo que ostentaba su astucia como comprador y por eso lo recordaba claramente. Lucas le pidió sus datos. El hombre buscó en sus registros, dudó un poco en darle la información, pero finalmente lo hizo.
Sin dudarlo, Lenz se dirigió hasta la dirección que había obtenido. Cuando llegó algo lo paralizó. Encontró policías que entraban y salían horrorizados de la casa. Se presentó ante uno de ellos quien le contó que algo terrible había sucedido. El oficial le informó que había encontrado al dueño del lugar muerto, en una extraña situación, con una expresión escalofriante y un objeto muy raro entre sus dedos.
Lenz pidió autorización para entrar a investigar. En el camino iba comentándole al oficial a cargo todo lo relacionado con el amuleto y sus orígenes, así también sobre su desquiciada peligrosidad. El astuto detective estaba preparando una situación para poder quedarse con el amuleto sin ningún problema. Así siguió asustando al pobre oficial que escuchaba en silencio y asustado.
Llegaron a la habitación. Efectivamente el amuleto estaba en sus manos. Lucas pidió autorización para examinarlo. Era un objeto raro, hecho con plumas de colores y huesos de distintos tamaños y formas. Lenz le contó sobre la maldición al jefe de policías y éste con voz temblorosa le dijo que podía quedarse con el amuleto ya que no era pertinente ni imprescindible para la investigación de la muerte de ese hombre que yacía en la cama frente a ellos.
Ocultando su felicidad, el hábil investigador salió de la casa con el amuleto en sus manos. Rápidamente telefoneó a Raval para darle la tan esperada buena noticia.
Esa misma tarde Raval llegó a su oficina, radiante de alegría. Le pagó una buena suma a Lucas Lenz y antes de irse con su objeto preciado dijo: --“Todavía falta encontrar muchas otras cosas”.
Agotado por el cansancio Lucas sólo asintió con su cabeza, cerró su oficina y se dirigió a la calle. Afuera, en el auto, lo esperaba Mirna.

Polvorín, Milagros Ayelén
6to Año C - Turno Tarde
E.P. Nº 31

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